Puede que muchos visitantes no los conozcan, pero existen pequeños pueblecitos costeros en cada rincón de la Florida. Cada uno de ellos atesora una personalidad propia y un encanto genuino, prometiendo ofrecer las mejores experiencias.
Para los amantes de las playas, la Florida cuenta con diversas alternativas, donde los visitantes podrán recorrer pequeñas villas, ubicadas muy cerca de la costa. Una de las opciones es Fernandina Beach, un pueblo con casas de la época victoriana, edificios de ladrillos y robles de los que cuelga musgo negro. Este acogedor pueblecito está escondido en un rincón del noreste del estado, en Amelia Island. Hoy en día su principal atractivo son sus millas y millas de tranquilas playas por el Atlántico.
De igual manera, se encuentra WaterColor, donde la brisa tiene olor a pino y la vista alegra el espíritu. Resguardado entre el Golfo de México y un singular lago costero con dunas en el noroeste de la Florida, este destino cuenta con un acogedor hotel boutique, lujosas casas de playa y encantadores chalets.
Una tercera alternativa es Madeira Beach. A corta distancia de Clearwater Beach, este pueblecito brinda una oferta continua de eventos y actividades tales como cruceros para ver el atardecer y otros para ver los delfines, paravelismo y paseos en moto acuática.
Por su parte, Jensen Beach, situada en la isla Hutchinson en el sureste de la Florida, fue declarada la “capital mundial de las piñas”, en 1895. Resguardada entre el Atlántico y la laguna Indian River, la playa es ancha, su arena es dorada y no está muy desarrollada ni tiene edificios altos. Es un paraíso para los amantes de la naturaleza, con opciones para practicar el surf, pasear en bote, pescar y montar en kayak.
Por último, en la costa suroeste de la Florida, está Captiva Island, una diminuta aldea en donde los visitantes podrán ver las estrellas de mar y los abundantes caracoles en la orilla de la isla. Allí también se puede montar en bicicleta, observar las aves, navegar y practicar deportes acuáticos.