Cinco años de duración, un robusto presupuesto y una voluntad de articulación con los distintos actores del sector, harán de Destino Naturaleza un protagonista indiscutido del turismo en Colombia en los próximos años. Hablamos con su director, Julián Guerrero, sobre los alcances de este prometedor programa.
Cuéntenos, de manera general, de qué se trata Destino Naturaleza
J.G.: Destino Naturaleza es un programa de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) que busca valerse del turismo de naturaleza regenerativo como un vehículo para proteger la biodiversidad de nuestros ecosistemas y reducir los gases de efecto de invernadero.
Es un proyecto sin precedentes en Colombia ¿Cuál es la dimensión y alcance de este programa?
J.G.: Hasta donde sé, es el proyecto más grande de cooperación internacional de Estados Unidos en Colombia a través de Usaid. Es un proyecto que está previsto para cinco años de duración con un monto aproximado de 40 millones de dólares que serán invertidos en desarrollar el turismo de naturaleza regenerativo en territorios previamente afectados por la violencia en Colombia. Todo el trabajo está enfocado en zonas PDET en seis geografías principales: Sierra Nevada de Santa Marta y Serranía del Perijá; Montes de María; Meta y Guaviare, todo el corredor que va de Mesetas a San José del Guaviare y La Macarena; Caquetá y Putumayo; y el centro y sur del Pacífico.
Es un proyecto muy integral porque no está dirigido exclusivamente a temas de competitividad, mercadeo y promoción o infraestructura, sino que incorpora todo lo necesario para desarrollar el turismo de manera sostenible en las regiones. Por ejemplo, en mejora de la competitividad, incluimos el desarrollo de guías de turismo de naturaleza o la generación de capacidades para otro tipo de prestadores. Estamos pensando incluso en una academia de turismo regenerativo.
En promoción vamos a hacer un gran esfuerzo por mejorar las campañas de mercadeo y los canales de comercialización a través de las agencias de viajes, de la venta directa o de alianzas con diferentes tipos de prestadores de servicios turísticos, llámense aerolíneas u hoteles. La urgencia de vender es una de las necesidades más sentidas de los prestadores de servicios turísticos de estas geografías.
Hay también un componente de infraestructura, que sabemos es una necesidad urgente de las regiones que han estado un poco más alejadas de las inversiones públicas. Hablamos de la mejora de la infraestructura productiva asociada al turismo, como senderos ecológicos, torres de avistamiento, señalética, pero también infraestructura pequeña de servicios públicos como plantas de tratamiento de residuos, energía solar, placa huella que facilite el acceso a lugares turísticos, entre otros. Definitivamente es un proyecto que busca resolver cuellos de botella de manera integral.
Pero el enfoque central es la protección de la naturaleza…
J.G.: Definitivamente es así. Insisto en que este es un proyecto de conservación que utiliza el turismo como un vehículo para lograr esas metas y para llevar desarrollo a las personas a través de una actividad económica lícita. En consecuencia, buena parte de los indicadores de éxito de este programa están asociados a objetivos como demostrar que hay condiciones biofísicas mejoradas en áreas de importancia biológica o la reducción y prevención de emisiones de gases de efecto de invernadero como resultado de la actividad turística. Se trata de demostrar que a través de un turismo responsable orientado a la sostenibilidad es posible conservar el patrimonio natural de Colombia.
¿Y cómo se logra esto? ¿Qué antecedentes existen?
J.G.: Lo primero es decir que los temas asociados a la sostenibilidad turística dejaron de ser filantropía, amor a la naturaleza o responsabilidad con las futuras generaciones. La sostenibilidad se convirtió en un elemento fundamental y esencial de la competitividad de los destinos turísticos; quien no apueste por la sostenibilidad seguramente va a poder mantener sus negocios por un tiempo, pero a largo plazo está llamado a desaparecer. Los desafíos ambientales que tiene el planeta, y Colombia en particular, imponen la necesidad de adoptar prácticas sostenibles asociadas al turismo.
Ahora bien, es necesario ir un paso más allá. Son tan grandes los desafíos ambientales en términos de la pérdida de la biodiversidad —las poblaciones de fauna se han reducido en 94 % según el informe Planeta Vivo de WWF— y de calentamiento global —el Panel Intergubernamental en Cambio Climático señaló que es muy poco probable que se dé un incremento por debajo del 1.5 de grados de aquí al final del siglo— que ya no es suficiente la idea de no causar un daño negativo a través de la actividad turística. De lo que se trata ahora es de causar un impacto positivo neto en el medio ambiente a través de la actividad turística. Lejos de ser la industria sin chimeneas, el sector turismo también tiene unas externalidades negativas que es necesario no solo minimizar sino reducir a cero.
¿Cómo se seleccionaron los destinos que hacen parte del programa?
J.G.: Primero, redujimos el universo al ámbito a los territorios PDET, qué son los territorios asociados altos conflicto armado y al Acuerdo de Paz de La Habana. Después hicimos un cruce de más de 30 variables relacionadas con amenazas ambientales como la deforestación, pero también asociadas al mercado del turismo. No estamos arrancando en ningún territorio que estuviera en ceros en turismo, todos tienen un nivel incipiente de desarrollo. Del resultado de este cruce de variables surgen estas regiones que hemos priorizado en Destino Naturaleza.
¿Y cuál es la situación ambiental de estos destinos?
J.G.: Cuando se analiza en un mapa la geografía que vamos a intervenir, muchas de estas coinciden con el arco de deforestación, principalmente en los departamentos de Meta, Caquetá y Guaviare. Es exactamente ahí en donde vamos a concentrar los esfuerzos para contribuir a la reducción de la deforestación. El año pasado se deforestaron en Colombia 155.000 hectáreas, que es un territorio muy grande, casi del tamaño de Bogotá, que tiene 162.000 mil hectáreas.
¿Cuál es el estado del programa hoy?
J.G.: Estamos en una fase de arranque que consiste, primero, en la incorporación del equipo humano experto en los diferentes temas, el alquiler de las oficinas, la dotación y en el proceso de abrir tres oficinas regionales en Santa Marta, Cali y Granada (Meta) con sus respectivos equipos que cubrirán esas geografías.
De manera paralela, estamos terminando de desarrollar los documentos estratégicos de la actividad en materia de construcción de capacidades, comunicaciones, mercadeo, desarrollo de infraestructura y, muy principalmente, biodiversidad y cambio climático.
Vamos a iniciar el proceso de adaptar esos documentos estratégicos a las necesidades de cada una de las regiones. Esto es fundamental porque lo que no queremos hacer es dar soluciones únicas para geografías que son enteramente diferentes. Lo que estamos haciendo entonces es un análisis muy juicioso de cada una de esas regiones para adaptar las estrategias y ofrecer soluciones a la medida de sus necesidades regionales.
Asimismo, vamos a aprovechar la coyuntura de las elecciones locales y regionales para poner de presente entre los candidatos la importancia de apostarle al turismo y de garantizar que los distintos planes de desarrollo lo incorporen de manera principal. Esta es una oportunidad de oro que vamos a aprovechar.
¿Cómo planean llegar a estas comunidades y operadores, que son en últimas los beneficiarios directos?
J.G.: De diferentes formas y comienzo por decir que lo que más queremos es construir sobre lo construido. No queremos crear programas paralelos que al cabo de cinco años puedan desaparecer, por el contrario, se trata de apoyarse en iniciativas previas de cooperación internacional y programas gubernamentales. No queremos reinventar la rueda, que siempre es una tentación muy grande en este tipo de programas, arrancar absolutamente de cero. No, si hay cosas que funcionan hay que darles permanencia en el tiempo. Entonces, así como vamos a vincular a muchísimos más actores, también queremos que aquellos que ya han recibido apoyo de la cooperación se conviertan en formadores de otros que están en fases más iniciales.
Igualmente, con el Gobierno Nacional, particularmente con el Viceministerio de Turismo, Fontur y ProColombia, hemos tenido un intercambio permanente y ágil para ver cómo nos articulamos de mejor manera y podemos llegar, en cierta forma, no literalmente, como una sola voz a los territorios.
Precisamente, en cinco años de proyecto ¿qué tipo de respaldo o articulación se espera con el Gobierno Nacional?
J.G.: Creo que los objetivos de este programa están casi que perfectamente alineados con las prioridades del Viceministerio de Turismo en el Plan Sectorial. Son intereses perfectamente compatibles y articulables. Insisto, estamos trabajando muy de la mano con el viceministro Arturo bravo y su equipo, participando en mesas con las comunidades. Entonces estamos muy contentos con esta articulación y esperamos que a futuro continuemos con este proceso.
¿Qué desafíos han identificado para la implementación de este programa?
J.G.: ¡Muchísimos! El primero, sin duda, el desafío de trabajar en unos territorios que por sus propias particularidades hacen difícil, en muchas ocasiones, llevar este tipo de programas. También tenemos el desafío de ofrecer lo mejor en términos de calidad en formación de capacidades, competitividad, mercadeo e infraestructura.
Ahora bien, tengo que decir que la voluntad y el interés que hay por parte de las comunidades en desarrollar turismo y mostrar sus regiones es enorme. En ese sentido, estamos confiados en que va a haber una muy buena receptividad en los territorios.
¿Y qué desafíos hay en gobernanza y relacionamiento con gobernaciones y alcaldías de los distintos municipios?
J.G.: El programa tiene dos grandes líneas estratégicas. La primera es el desarrollo del mercado de turismo de naturaleza. La segunda línea estratégica es el desarrollo de destinos, lo que tiene que ver, precisamente, con la gobernanza, la planificación, el fortalecimiento de los sistemas de información públicos locales para mejorar la capacidad de toma de decisiones, la formulación de política pública. Sin duda, uno de los ejes más importantes es el de gobernanza a nivel local; poder ver cómo facilitamos a través de este programa la articulación entre el sector público y privado, lo que en algunas ocasiones implica grandes desafíos. Pero insisto, no queremos hacerlo por nosotros mismos, sino apoyar el mejor mecanismo institucional de articulación para que este permanezca mucho más allá de los cinco años que toma el programa.
¿Qué resultado final esperan?
J.G.: Tenemos 14 indicadores de diferente tipo. Como mencioné, varios de ellos asociados conservación y reducción de gases de efecto de invernadero. Sin embargo, quisiera señalar uno adicional que nos parece fundamental y es inspirar un cambio en las actitudes y comportamientos de las comunidades en torno a la protección del medio ambiente. Ese cambio de actitud es lo que nos va a garantizar unos resultados más allá de los cinco años del programa. Es aquí en donde el concepto de turismo regenerativo cobra toda su relevancia: entender que el ser humano no está separado de la naturaleza, sino que hace parte de ella y que cualquier daño que le hagamos a los ecosistemas nos lo estamos haciendo a nosotros mismos. Si logramos cambiar ese entendimiento de los entornos naturales, habremos logrado dar un paso muy importante.