Chocó ancestral y natural: un viaje con Anato

Continúan los viajes de familiarización por los destinos nacionales organizados por Anato y Fontur y esta vez el turno fue para una de las joyas más preciadas e inexploradas del país de la belleza: Chocó.

El recorrido, por supuesto, requiere ser delimitado. El departamento del Chocó cuenta con una extensión de 44 530 km2 —una superficie similar a la de República Dominicana— y varias subregiones que concentran, en su conjunto, buena parte de la diversidad biológica de un país que es, a su vez, el segundo más biodiverso del planeta.

La vida en el Chocó pulula en todas sus formas y expresiones —y en muchas ocasiones, de manera única y excepcional— ya sea hacia el norte, en el Darién; en el sur, atravesado por los cauces de los ríos Baudó y San Juan; a lo largo del majestuoso Atrato que lleva sus aguas caudalosas al mar Caribe o en el cautivante litoral Pacífico, protagonista de esta historia.

¿Qué hace tan especial entonces al departamento del Chocó y, por extensión, a todo el Chocó biogeográfico, desde Panamá hasta Ecuador? La explicación, en parte, parece estar en la geología. Se comenta que la irrupción de la cordillera de los Andes hace algunos millones de años creó las condiciones geográficas propicias para el surgimiento de una región aislada entre la montaña y el mar. Esto explica, por ejemplo, el alto nivel de endemismo de muchas de sus especies.

A este contexto, sin embargo, le hace falta una parte: los hombres y mujeres negras e indígenas que a lo largo de siglos forjaron su cultura en comunión con la selva, el río y el mar. Descubrir, valorar, disfrutar y proteger este universo ancestral y cultural sin igual en el litoral Pacífico americano es, o debería ser, el aporte de la actividad turística en el Chocó. Y este fue, precisamente, el gran objetivo del viaje de familiarización impulsado por Anato con apoyo del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo y Fontur.

“El destino elegido me parece un hit. Pienso que todos los colombianos debemos conocer nuestro país y descubrir por qué se habla tanto de biodiversidad y en este fam lo corroboramos”.

Juliana Guapacha, Travel Today (Cali)

Durante cuatro días, 15 empresas receptivas que venden el destino Colombia alrededor del mundo pudieron conocer de primera mano el perfil de algunos alojamientos, atractivos y servicios turísticos en Nuquí y Bahía Solano en un recorrido diseñado y operado por la agencia local Amanecer Viajes y Turismo. Se trata, según explicó Naudia Wilches, subdirectora de Turismo Receptivo de Anato, de agencias que ya tienen un mercado posicionado para este tipo de destinos.

La jornada comenzó, de hecho, con una rueda de negocios entre las agencias asistentes y 20 prestadores de servicios turísticos de la región, principalmente hospedajes con distintos perfiles y propuestas de inmersión en la cultura y tradiciones locales. De esta manera, los participantes se formaron una idea más o menos clara del producto turístico de la región y su adaptabilidad a los mercados internacionales.

“Me pareció que Chocó tiene realmente mucho que ofrecer. Este fam, en particular, nos ayuda mucho a entender cómo funciona la operación, conocer más de los atractivos y perfilar bien a los pasajeros que quieran venir”.

Laura Cárdenas, Awake Travel.

“Este tipo de iniciativas son muy provechosas porque, como agencias receptivas, tenemos la obligación de conocer personalmente los destinos y evidenciar si están listos para recibir pasajeros”.

Luisa Fernanda Hurtado, Destino Colombia.

De Nuquí a Bahía Solano, un recorrido por el litoral Pacífico

Nuqui

Ante la amplitud del Chocó, no está de más acudir a un mapa del departamento. Basta ubicarse en el centro del territorio, hacer zoom en la zona costera y se revelará la silueta del Golfo de Tribugá. En el norte, Bahía Solano —situado justo a la altura de Medellín— y en el sur, Cabo Corrientes. En el medio se adivinan los contornos del Parque Nacional Natural Utría —una de las 11 áreas protegidas del Chocó— y el municipio Nuquí, con sus corregimientos más conocidos: Panguí, Coquí, Joví, Termales y Arusí.Nuquí

El circuito Nuquí-Utría-Bahía Solano es, de hecho, el producto turístico mejor posicionado en el mercado internacional, especialmente durante la temporada de ballenas que va de junio a octubre. Sin embargo, para los emprendedores y líderes locales, la región tiene productos y atractivos para todo el año. En Nuquí, por ejemplo, la experiencia cultural inicia la primera noche en un escenario que se ha convertido en una institución del folclore y las bebidas autóctonas del municipio: el Bombillo Rojo.

Bombillo Rojo es el sitio ideal para entrar en sintonía con la región Pacífico.

Atendido por su propietario Jorge Enrique Murillo, en este lugar, situado en la cabecera municipal y sin mayores pretensiones de refinamiento, se prende la fiesta al sabor del viche y sus variaciones. Tragos como el vinete —para los menos arriesgados—, la crema de viche —para los más refinados— o el intenso Trago Selva —para los paladares más aventureros— sorprenden a los comensales. Todo, por supuesto, al ritmo de la cumbancha.

Murillo, uno de esos líderes locales que se ha dedicado a mantener vivas las tradiciones de su tierra, explica que la cumbancha es un ritmo ancestral del litoral que le canta a cualquier suceso cotidiano que le pueda ocurrir a un pescador, agricultor o poblador local. Desde los más viejos hasta los más chicos, la música y la cadencia hipnotizante del tambor rondan cualquier visita al municipio de Nuquí.

Corregimiento Termales.

Al día siguiente, con o sin lluvia —y este es un punto clave a la hora de vender y asesorar sobre el destino— el recorrido se puso en marcha con una visita a Termales, situado a 35 minutos en lancha de la cabecera municipal. Allí, en medio de la exuberante vegetación, una piscina termal de agua volcánica se ha convertido en un imperdible para los turistas. Con infraestructura apta para recibir grupos y prestar servicios de alimentación, la comunidad de Termales y los alojamientos de la zona están organizados en torno a este regalo natural y gestionan su capacidad de carga.

Hotel Nautilos.

Una de las propuestas más interesantes de esta parte del recorrido es la caminata de Termales a Guachalito, vereda de Joví, en dirección norte. A lo largo de una solitaria playa, sobre arroyuelos que manan de la selva y al ritmo frenético de cientos de cangrejos que van y vienen por la arena, el tiempo parece detenerse. La jornada de trekking no podría terminar de mejor manera: con un merecido descanso en alguno de los hospedajes de Guachalito, en este caso, en el anfitrión Hotel Nautilos.

Con el advenimiento del turismo en Nuquí hace 30 años, emprendedores locales como Diego González Valdés también han empezado a dar forma a experiencias que enriquecen la propuesta turística del destino. Es el caso de la ruta del viche, que enseña el proceso de la caña hasta convertirse en licor o el recorrido por su huerta típica, en donde el anfitrión habla de la palma de iraca, las hojas de bijao, la palma de tagua —materia prima de muchas de las artesanías que se comercializan en las ciudades del país entre otras plantas y semillas usadas por sus ancestros.

Turismo en el Parque Nacional Natural Utría: lo que hay que saber

Pocos lugares en el mundo albergan ecosistemas tan diversos (arrecifes coralinos, manglares, litorales rocosos y la selva húmeda tropical) como los que interactúan en las 64.538 hectáreas del PNN Utría, declarado como tal en 1986. El área protegida es hábitat de múltiples especies de mamíferos, reptiles, crustáceos, anfibios, aves —el grupo más diverso con 270 especies— y, por supuesto, es una de las áreas preferidas para la reproducción y crecimiento inicial de ballenas jorobadas, orcas y cachalotes.

Christopher Vidal, líder social del corregimiento El Valle, Bahía Solano y experto en avistamiento de cetáceos, es uno de los habitantes locales más comprometidos con el fortalecimiento del turismo comunitario en PNN Utría. Vidal —también conocido como Jahleel Shiloh en el seno del movimiento espiritual Rastafari— fue el intérprete ambiental (baquiano) que acompañó al grupo de profesionales de turismo en su recorrido por PNN Utría y el corregimiento El Valle, zona de amortiguación del parque.

Melissa Hernández.

Al respecto, Melissa Hernández, profesional del turismo del PNN Utría, explica que cada operador turístico que ingresa al área protegida debe traer su propio guía o interprete ambiental. De cara al turista, su labor y la de sus colegas funcionarios de Parques Nacionales se limita a cobrar el ingreso y brindar la charla de inducción a los visitantes. No hay servicio de guianza por parte de PNN. La charla de inducción, sin embargo, es un atractivo en sí misma. Hernández pinta el panorama más completo de la geografía de la región, las amenazas que la acechan y las posibilidades de ecoturismo.

“Es importante que lo sepan y se lo digan a los visitantes, que, si quieren venir al Pacífico en busca de playa y sol, probablemente la van a encontrar, pero acompañado de mucha lluvia. Aquí por cada tres días de lluvia hay uno de sol”, explica Hernández y enfatiza en que la labor de Parques Nacionales no es vender turismo. Sin embargo, el turismo sí es una estrategia clave de la entidad para generar ingresos y fomentar la conservación. La articulación con las agencias de viajes que comercializan el destino y las comunidades dedicadas al ecoturismo en áreas protegidas es fundamental.

¿Cuál es entonces el producto en PNN Utría? Las actividades están, de hecho, bien delimitadas. Los visitantes pueden acceder a la playa La Aguada —la primera Playa certificada del país en Turismo Sostenible— y disfrutar de las aguas de la ensenada, rodeadas de montañas selváticas. También pueden desplazarse a la Isla de Playa Blanca, en donde la familia Caizamo opera el restaurante Salomón, con los mejores sabores la gastronomía del Pacífico. Igualmente, pueden recorrer el sendero elevado Estero Grande y dar una mirada más cercana al ecosistema de manglar.

Si los viajeros buscan un poco más de aventura, el sendero Cocalito, con una dificultad de 7 sobre 10, atraviesa una de las estribaciones en 45 minutos de intensa caminata. El plato fuerte de los aventureros, sin embargo, es el sendero Valle Utría, un camino ancestral que se origina en el corregimiento El Valle y comprende cuatro horas y media de caminata a través de la selva. Los avistadores de aves, por su parte, —uno de los nichos con mayor presencia en el área— tienen la posibilidad de ingresar al parque mucho antes de su hora de apertura, a las 8:00 a.m. por la naturaleza misma de su actividad.

Bahía Solano y el corregimiento El Valle

Bahia

Justo en el límite norte del PNN Utría, a un costado del río Tundó, se ubica el corregimiento El Valle, reconocido, entre otras cosas, por sus playas Cuevita y El Almejal, tan extensas como importantes para la anidación de la tortuga golfina o caguama (Lepidochelys olivaceae), hoy en vías de extinción. Afortunadamente, luego de años de incorporarla en su dieta, un puñado de organizaciones locales ha logrado cambiar el imaginario de la comunidad y posicionar a la protección de la golfina como uno de los principales valores de El Valle como destino turístico.  

Es el caso de la Asociación Caguama, que le brindó al grupo de agentes de viajes una experiencia única de conservación en las arenas oscuras de playa Cuevita. Frente a una camada de 80 tortugas recién eclosionadas, Evelyn Pérez, una de sus fundadoras, le cuenta al grupo todo lo que hay que saber de la golfina y de labor Asociación Caguama.

Cuando la tortuga golfina alcanza la madurez sexual, a los 40 años, regresa a las playas de Bahía Solano a poner sus huevos.

Les cuenta, por ejemplo, que cuando cae la noche y la luna pinta de plateado las playas del corregimiento, los integrantes de la Asociación Caguama emprenden su misión más importante: el patrullaje nocturno. El propósito no es otro que ubicar las anidadas de golfina y garantizar su eclosión. Luego, en un espectáculo vital como pocos en planeta, las tortugas son liberadas en la playa. Hoy, los turistas pueden hacer parte de estas iniciativas —liberación o patrullaje— y contribuir en algo con los esfuerzos de restauración de un equilibrio vital que amenaza con romperse.

Ya en la cabecera municipal de Bahía Solano —conocida como Ciudad Mutis— el grupo tuvo la oportunidad de acercarse a otro de los universos ancestrales que conforman el territorio Pacífico: el pueblo embera. Desplazados de su territorio en lo profundo de la selva chocoana, la comunidad Las Marianas, del pueblo Embera Dobida (gente de río), ha hecho casa en Ciudad Mutis, en donde parecen debatirse entre la preservación de su cultura y la occidentalización de sus formas de vida. El turismo se revela así como un medio de reivindicación y puesta en valor de sus tradiciones ancestrales.

Finalmente, para cerrar por lo alto el viaje de familiarización, el grupo visitó la pintoresca Playa Huina, situada a minutos en lancha desde el muelle de Bahía Solano y, posteriormente, disfrutó de las instalaciones del hotel Playa Dubái, anfitrión de la última noche. Así terminó esta propuesta de inmersión natural, cultural y comunitaria en el litoral Pacífico del Chocó, a la que se puede acceder hoy, principalmente, desde Medellín a través de las aerolíneas Clic y Satena.

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