WTTC: medidas para gestionar el sobreturismo

A pesar de que muchos gobiernos han adoptado medidas para combatir el hacinamiento turístico, la saturación en algunos de los destinos más visitados del mundo sigue siendo un problema crítico y persistente.

Ciudades como Barcelona, Venecia, París y Ámsterdam, junto con regiones como las Islas Canarias, han sido epicentros del debate sobre el sobreturismo. Durante la última década, estos destinos han registrado un crecimiento desbordado en la llegada de visitantes, rebasando sus capacidades estructurales y sociales. En lugares como Venecia o Dubrovnik, el turismo ha comenzado a desplazar a los propios residentes, afectando la identidad local y agudizando los problemas de acceso a vivienda, transporte e infraestructura.

Las consecuencias no se han hecho esperar: protestas ciudadanas, implementación de impuestos turísticos, cuotas de ingreso, restricciones de visado y campañas públicas en contra del turismo masivo. Sin embargo, muchas de estas medidas han demostrado ser ineficaces o contraproducentes.

De acuerdo con el más reciente informe del Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC por sus siglas en inglés), el sobreturismo no solo dificulta la vida cotidiana de los residentes, sino que también degrada la experiencia del viajero y pone en jaque a toda la cadena de valor del turismo, desde los guías y agentes de viajes hasta los pequeños comerciantes y operadores locales. Este fenómeno, más allá de representar un desafío puntual, se ha transformado en un riesgo sistémico con implicaciones profundas para el futuro del sector y de las economías que dependen de él.

Más allá del volumen, una raíz estructural

Según el WTTC, el sector de viajes y turismo respalda uno de cada 10 empleos a nivel global y aporta cerca del 10 % del PIB mundial. Solo en 2024 generó 357 millones de empleos y aportó 10.9 billones de dólares al PIB total. Además, en 2023, los gobiernos recaudaron 3,3 billones de dólares de este sector, lo que representa el 9,6 % de los ingresos fiscales a nivel mundial.

El problema no radica únicamente en la cantidad de turistas, sino que obedece a una combinación de diferentes factores, entre ellos: la falta de inversión en infraestructura, la planificación urbana deficiente, la fragmentación de la gobernanza y fenómenos sociales como el auge del turismo de un día o la popularidad de los destinos en redes sociales. El verdadero reto no es el turismo en sí, sino la incapacidad de los destinos para gestionar su crecimiento, apuntan desde el WTTC.

En muchas ciudades, el transporte público es insuficiente, el acceso a servicios básicos es limitado y los espacios turísticos se concentran en zonas específicas, generando una presión asfixiante. Las infraestructuras históricas, frágiles y no adaptadas para recibir grandes masas, agravan aún más la situación. En este escenario, tanto residentes como turistas se ven perjudicados.

Los más visibles entre los afectados son los residentes, cuya calidad de vida se ve deteriorada por el ruido, el aumento del costo de vida, la gentrificación y la pérdida de espacios comunes. Pero también se ven perjudicados los propios visitantes, quienes enfrentan largas filas, precios inflados y experiencias artificiales que poco tienen que ver con la autenticidad del destino.

Además, trabajadores del sector turístico como guías, agentes de viajes, conductores, hoteleros y operadores podrían enfrentar bajas en su economía e incluso el rechazo de comunidades locales que ya no perciben el turismo como una fuente de bienestar.

El impacto económico potencial de una mala gestión podría ser alarmante. El WTTC estima que, si ciudades europeas clave redujeran sus niveles de turismo para igualarlos con la media del continente, podrían perderse hasta 245.000 millones de dólares en PIB, 122.000 millones en ingresos fiscales y casi 3 millones de empleos en tan solo tres años.

¿Realmente se están usando estrategias efectivas?

A pesar de estos riesgos, las soluciones implementadas han sido mayormente superficiales. Muchos destinos han optado por impuestos turísticos —como tasas de habitación o de entrada— con la intención de disuadir la llegada masiva de visitantes o financiar mejoras locales. Pero la realidad demuestra que estas medidas no están logrando su objetivo.

En 2023, los viajes y el turismo ya aportaban 3,3 billones de dólares a los gobiernos del mundo en impuestos. Sin embargo, menos del 5 % de estos recursos se reinvierte en marketing o gestión turística, y apenas el 1 % se destina a enfrentar retos reales como la vivienda o la movilidad sostenible.

¿Cuáles son las medidas que propone el WTTC?

El WTTC propone seis acciones clave para abordar el problema del sobreturismo, que no solo afecta el presente de diferentes destinos sino que también podría traer graves consecuencias a futuro tanto para residentes, viajeros y actores de la cadena de valor del turismo.

1. Organizarse: El WTTC recomienda reunir a las partes interesadas clave —gobiernos, sector privado, comunidades y agentes medioambientales— mediante la creación de organismos de gestión de destinos multisectoriales. Estas plataformas deben contar con apoyo político, financiación, legitimidad y representación comunitaria, y deben enmarcar la masificación como un reto de planificación urbana más amplio, no solo como un problema turístico.

2. Elaborar un plan: Se debe co-crear una visión y una estrategia compartida del destino que incluya la participación activa de los residentes. Esta planificación debe integrarse en los marcos nacionales y locales como motor económico y social clave, y servir de guía para un desarrollo turístico sostenible y alineado con los valores de la comunidad.

3. Reunir pruebas:La toma de decisiones debe basarse en datos sólidos. Por ello, se sugiere facultar a los organismos de gestión para diagnosticar las causas profundas del hacinamiento turístico y diseñar respuestas adecuadas. Esto implica usar datos locales para identificar cuellos de botella y desarrollar intervenciones específicas para cada contexto.

4. Mantenerse alerta: Es necesario implementar sistemas de monitoreo y alerta temprana que midan continuamente el impacto del turismo en indicadores económicos, sociales y ambientales. Herramientas como sensores, plataformas digitales y tecnología ayudan a gestionar los flujos turísticos y anticipar picos de saturación, permitiendo acciones proactivas.

5. Invertir sabiamente: El informe insta a reinvertir los ingresos generados por el turismo en el desarrollo y la sostenibilidad del destino. Esto debe hacerse de forma transparente, asegurando que el dinero se destine a mejorar infraestructuras, preservar el entorno, diversificar las atracciones y beneficiar tanto a residentes como a visitantes.

6. Capacitar a los residentes: La aceptación local es esencial. El WTTC sugiere empoderar a los residentes a través de tres dimensiones: orgullo comunitario (empoderamiento psicológico), beneficios tangibles del turismo (socioeconómico), y participación real en la toma de decisiones (empoderamiento político). Así se refuerza el vínculo entre la comunidad y el turismo.

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