Después de sufrir los rigores del turismo masivo y convertirse un caso crítico de lo que se denominó en años pasados como “turismofobia”, la emblemática ciudad italiana cambia su agenda por la fuerza inesperada de las circunstancias.

Así, después de experimentar calles y canales abarrotados de turistas casi todo el año, las autoridades venecianas anunciaron que se pospondría la implementación de un nuevo impuesto turístico como medida para contribuir a la recuperación del destino, que vio caer su número de visitantes a niveles nunca antes vistos.

“A la luz de la situación actual, vinculada a la pandemia del Covid-19, hemos decidido hacer un gran gesto para ayudar a incentivar el regreso de los turistas”, anunció en un comunicado la concejala de asuntos presupuestarios de la ciudad, en referencia a un nuevo gravamen dirigido a los excursionistas, incluidos los que llegan en cruceros.

El impuesto, pensado para ayudar a cubrir los costos de mantener la ciudad limpia y segura, buscaba recaudar ingresos fruto de los visitantes de pasadía, ya que los turistas (o sea visitantes que pernoctan) ya pagan un pequeño gravamen. La iniciativa, sin embargo, no se elimina sino que se pospone hasta el 1 de enero de 2022.