Con estos nuevos atractivos, el IDT promueve las actividades de turismo rural y de naturaleza, a través del fomento de una cultura responsable y sostenible con los ecosistemas naturales de la ciudad.
El Instituto Distrital de Turismo (IDT), pone al servicio de residentes y visitantes de la capital del país, dos nuevos observatorios para el avistamiento de aves, espacios para disfrutar de la gran riqueza natural que tiene la ciudad, ubicados en el humedal “El Burro” (sur occidente) y en el sendero peatonal de “Monserrate” (Oriente).
Estas nuevas infraestructuras harán parte de la Red de Observatorios de Aves y se sumarán a otros cuatro observatorios ya existentes en la capital, que se encuentran en: el “Sendero Ecológico San Francisco – Vicachá”, el “Humedal Santa María del Lago”, el “Parque Regional La Florida” y el sendero “La Vieja”.
“Invitamos a las agencias de viajes especializadas para contribuir con la reactivación del sector, con la realización de actividades al aire libre y atendiendo los protocolos de bioseguridad respectivos”, aseguró Karol Fajardo Mariño, directora del IDT.
Bogotá está compuesta en casi un 70% de su territorio por áreas rurales, lo que le permite tener a su alrededor una amplia oferta de turismo de naturaleza. Esto le ha valido un reconocimiento como la capital con mayor diversidad de aves en el mundo, con 250 especies, de las cuales 3 son endémicas: la Tingua Bogotana, el Chamicero y el Cucarachero de Apolinar.
En este escenario, la Red de Observatorios de Aves de Bogotá se convierte en gran atractivo para los turistas, provenientes de países como Inglaterra y Estados Unidos, especialmente. En promedio, antes de la pandemia, se calculaba la visita de cerca de 17.425 turistas internacionales especializados en observación de aves por año.
Dentro de sus propósitos para el 2021, el IDT está comprometido con el impulso al turismo rural y de naturaleza, a través del fomento de una cultura sostenible, responsable y cuidadosa con los ecosistemas naturales de la ciudad. Por ello, el aviturismo tiene un rol fundamental en el ámbito de la conservación del ambiente, ya que constituye una herramienta útil para el mantenimiento de especies en áreas protegidas y fortalece a las comunidades locales con alternativas que mejoran su calidad de vida y al mismo tiempo, protegen sus recursos naturales.