Al visitar República Checa, el balance entre tradición y modernidad suele sorprender y atrapar a los viajeros. Ubicado en Europa Central, y popular en redes sociales por sus ciudades pintorescas y hermosos paisajes, el destino cuenta con numerosas tradiciones, festivales y actividades que hacen de esta visita un viaje inolvidable.
Una importante y bastante representativa es la del cristal. Desde hace siglos las tierras checas han sido famosas por sus productos de cristal. De hecho, el oficio del maestro cristalero se ha heredado de generación en generación, razón por la cual muchos de los turistas que llegan hoy al país europeo pueden conocer a los sucesores de los viejos maestros cristaleros.
¿Dónde hacerlo? Las alternativas son variadas y bastante atractivas. Una primera recomendación es visitar el llamado “Valle del cristal”, situado en la región de Liberec. En este lugar, de donde se exportan candelabros de cristal hacia todos los rincones del mundo, la producción de vidrio y joyería es una actividad que data de siglos atrás.
Hoy en día, más de 40 empresas, museos y escuelas hacen parte de esta industria que elabora artículos con técnicas no muy distintas a las que existían hace más de cien años. Los visitantes tienen la oportunidad de adentrarse en el mundo de los talleres y familiarizarse con la producción tradicional de candelabros, adornos navideños, vasos y joyas, pero también de gigantescas lámparas destinadas a hoteles, barcos y palacios.
Caso aparte es el de Ponikla, una encantadora población de poco más de mil habitantes cuyas sorprendentes esferas de vidrio soplado fueron declaradas por la Unesco como Patrimonio cultural inmaterial. Pero no es todo sobre el cristal en República Checa: los lectores más refinados podrán estar familiarizados con el célebre “Cristal Moser”.
Todo el prestigio mundial del que goza hoy el cristal de Bohemia puede resumirse en una marca: Moser. Desde 1857, la empresa produce los objetos más refinados en Karlovy Vary. Allí es posible visitar la fábrica y conocer de primera mano a los artistas que hacen realidad la perfección, la belleza y la exclusividad.
Y no es todo. En Bohemia Central, cerca de Beroun, en el pueblo Nižbor, funciona la fábrica de cristal Rückl. Fundada en 1903 por Antonín Rückl, miembro de una antigua familia de vidrieros del siglo XVII, esta fábrica se hizo popular en toda Europa con la apertura de sucursales en varios países. Hoy en día es famosa por elaborar productos de cristal tallado a mano, un proceso que consta de rompimiento, pintura y tallado y que los turistas pueden apreciar en inolvidables excursiones de 45 minutos.
Disfrutar de los carnavales checos
Paralelo al mágico mundo del cristal otra experiencia notable en el país europeo son sus carnavales, una mezcla de tradiciones antiguas y costumbres modernas que les dará a los turistas un cuadro muy preciso de la riqueza cultural del país. Es el caso del carnaval que se celebra en Hlinsko, cuyas características únicas le merecieron de parte de la Unesco la declaratoria de Patrimonio de la Humanidad.
En realidad, el carnaval se festeja casi en todas partes de la República Checa, pero en la región de Hlinsko se han mantenido las costumbres por más de 100 años. Las personas se sumergen en variadas peregrinaciones por las distintas casas de la región, en donde son recibidos con dulces y alcohol como una muestra de deseos de suerte y salud para todo el año. Los festejos comienzan el último fin de semana de enero y se extienden hasta el 3 de Marzo.
Y como olvidar Praga. Del 22 al 25 de febrero la hermosísima capital deja atrás el ambiente gris invernal y se visita de alegría. Durante estas fechas suelen transitar por las calles grupos de personas disfrazadas bailando, payasos y acróbatas, además de organizarse conciertos y “bailes con espíritu aristocrático”. Si esto no es suficiente, también hay una carrera de cerdos dorados. Algunas de las actividades tienen lugar en el palacio Clam-Gallas, conocido por haber acogido a compositores de la talla de Wolfgang Amadeus Mozart o Ludwig van Beethoven.
Finalmente, no se puede dejar de visitar a Cesky Krumlov, ciudad patrimonio de la humanidad en donde una vez al año, en la víspera del Miércoles de Ceniza se desata un carnaval propio del medioevo. Un desfilé de máscaras recorre las callejuelas medievales, acompañado por artistas callejeros, juglares y músicas, todo esto rodeado de fiestas, banquetes, exposiciones y más.
