El metaverso está aquí y no hará más que evolucionar hasta envolver todos los aspectos de la vida en sociedad. ¿De qué se trata este mundo en construcción y cómo la industria turística ha empezado a entrar, de a poco, en este juego?
La historia tiene muy poco de ficción, a pesar de que el término proviene, precisamente, de la literatura de ciencia ficción. La palabra “metaverso” se acuñó por primera vez en 1992 en la novela Snow Crash, del escritor estadounidense Neal Stephenson, para hacer referencia a un mundo virtual en donde las personas se representaban como avatares. Sin embargo, la popularidad del metaverso llegó a su punto máximo en noviembre de 2021 cuando el fundador y CEO de Facebook, Mark Zuckerberg, cambió el nombre de la empresa a Meta.
Desde que el adelantado egresado de Harvard explicara al mundo de qué se trata esta alucinante evolución de la era digital, la palabra metaverso ha colmado todos los titulares y artículos de prensa con toda suerte de especulaciones. El metaverso, no obstante, no es un invento de Zuckerberg y Meta Platforms, ni un mundo virtual que sustituirá en poco tiempo la dimensión física de lo real, con todas las consecuencias que esto podría tener para la humanidad y la industria de viajes y turismo.
Todo esto, sin embargo, se encuentra en juego. El metaverso no es otra cosa que la materialización de la Web 3.0 y, como su antecesora, la Web 2.0, está destinada a transformar —o seguir transformando— el devenir de todas las industrias. En concreto, la comercialización de los productos y servicios, incluidos los viajes, además, por supuesto, de la experiencia del turista.
El metaverso: en búsqueda del estándar
¿Existe hoy el metaverso? En los términos planteados anteriormente, la respuesta es no. Hoy coexisten varios proyectos de metaverso —todos en construcción y desarrollo— pero no un Metaverso con M mayúscula (como sí existe hoy un Internet).
Metaverso, con M mayúscula, significa una gran red “inmersiva” a la que una gran parte de la humanidad estará conectada —ya no con cabezas gachas clavadas en pantallas de teléfonos móviles— sino a través de nuevos y sofisticados dispositivos, como gafas o cascos de realidad virtual o aumentada, que, de hecho, ya son usados abiertamente en laboratorios por los pioneros y constructores de este mundo en ciernes.
Uno de ellos es Roberto Romero, tecnólogo creativo de Accenture Song y un referente en la materia desde que creara, en el lejano año de 1998, el primer museo de realidad virtual, toda una novedad para la incipiente red de la época.
“El metaverso será una red. Hoy no lo es, porque todavía hace falta una cosa que no tenemos y son los estándares”, afirma Romero durante su intervención en el 22º foro de la Asociación Corporativa de Agencias de Viajes Especializadas (Acave) realizada el pasado 29 de septiembre en Barcelona, España.
Tanto la Web 1.0 —aquella incipiente red de los años 90 en donde los usuarios se limitaban a navegar por contenidos estáticos creados por expertos— como la Web 2.0 —la que emergió en este siglo y permitió a los usuarios construir sus propios contenidos y llevarlos a cualquier lugar mediante teléfonos inteligentes— están construidas bajo un estándar universal común: el lenguaje de programación HTML.
Sin un estándar como el HTML los usuarios necesitarían una aplicación diferente para acceder a Facebook, Google o Amadeus, etc., explica Romero. ¿Qué está pasando actualmente? Se están gestionando los estándares de lo que será el Metaverso, con M mayúscula. Estos estándares permitirán integrar, en una sola red (la Web 3.0) todas las tecnologías revolucionarias (realidad virtual, realidad aumentada, gemelos digitales, blockchain, etc.) que hoy mueven los metaversos existentes—con m minúscula, es decir, simples plataformas— (Horizon Worlds, Decentraland, The Sandbox, Axie Infinity, Omniverse, etc.)
¿Quiénes gestionan estos estándares? Principalmente, la fundación sin ánimo de lucro World Wide Web Consortium y, detrás de esta, todas las grandes, medianas y pequeñas empresas del ramo, así como todos los profesionales y expertos relativos a Internet; “es entre todos, esto no es de Facebook ni de ninguna multinacional”, apuntó Romero.
¿Qué tan avanzado está el proceso? “Avanza muy rápido. Estamos hablando de una década para tener una versión asentada del estándar”, responde el experto y revela que ya existe un formato equivalente al HTML que se impulsará desde la industria: el Universal Scene Description (USD).
En una o dos décadas, una versión más evolucionada de este estándar llevará a millones de usuarios a vivir el Internet en entornos 100% virtuales o integrados sobre el mundo real, una conversación que ninguna industria o sector productivo querrá perderse.
Tecnologías del metaverso: el usuario en el centro
Así las cosas, el metaverso se trata de un rediseño del Internet en donde el usuario será el protagonista, todo gracias a la convergencia y masificación de tecnologías que hoy, de hecho, son bien conocidas. La realidad virtual, por ejemplo, es una promesa de más de una década que parece no despegar. Un caso emblemático reciente es el de Horizon Workrooms, la plataforma de realidad virtual de reuniones de Meta, que está lejos de ser acogida por los empleados de la compañía.
Sin embargo, en un Metaverso estandarizado, con un diseño gráfico perfeccionado —¡aún hay mucho trabajo por hacer en los avatares que nos representan! — y un hardware más desarrollado (gafas más cómodas y manejables), el consumo y la comercialización de los productos experimentarán una revolución sin precedentes.
“Las oportunidades potenciales del metaverso para los minoristas y las empresas de bienes de consumo parecen infinitas, ya que podrán colocar y promocionar sus productos en formas que antes no eran posibles”, afirma Fernando Gamboa, de la firma de investigación KPMG en América del Sur.
Así las cosas, reservar un viaje en el metaverso podría ser una experiencia similar a visitar una agencia de viajes física: los usuarios podrían hacer preguntas y recibir asesoría de un profesional de turismo, pero también acceder a tours que proporcionen una idea clara del lugar a visitar.
En el caso de los hoteles, las oportunidades saltan a la vista: probar la habitación antes de reservar, conocer las instalaciones de la propiedad, acceder a información de primera mano sobre sus servicios, etc. El hotel Riu Plaza España, por ejemplo, cuenta hoy con un gemelo digital en el metaverso, en cuya terraza se celebró en días pasados un peculiar concierto.
El metaverso tendría así el potencial de incrementar las reservas de los hoteles, cambiar los patrones de viaje, aumentar el consumo de servicios adicionales, entre muchas otras posibilidades que podrían capitalizarse siempre y cuando se gestionen y analicen los datos.
En la industria de eventos y reuniones, por su parte, las oportunidades parecen aún mayores, a pesar de los tropiezos de los primeros intentos por reemplazar la presencialidad. El potencial de ahorro de tiempo y recursos que implican las reuniones virtuales solo será superado por la necesidad insustituible del contacto humano. En consecuencia, los eventos del futuro, a decir del experto en turismo MICE, Eduardo Chiallo, serán pequeños y mejores.
En el caso de la realidad aumentada (AR) las oportunidades son, de hecho, mayores y ya están a la vuelta de la esquina. La posibilidad de realizar cambios en la percepción del espacio físico al mirar a través de un dispositivo tecnológico que superpone elementos digitales—¿serán las gafas AR los teléfonos móviles del futuro? — habilita toda suerte de mejoras para los procesos de reserva, consumo y experiencias en destino.
Ahora mismo, con los teléfonos móviles, existe la posibilidad de apuntar hacia un atractivo histórico y recibir datos en tiempo real o hacia un restaurante o bar para conocer su menú y servicios. Las oportunidades de gamificación resultan aún más deslumbrantes: basta ver la propuesta de Universal Parks y Super Nintendo World en Osaka, Japón, habilitadas por el dispositivo Power Up Band y, particularmente, la atracción de Mario Kart, que podría ser una primera pincelada de este asunto.
Hoy, con la base de las tecnologías en desarrollo existentes, solo resta poner a volar la imaginación para comprender los alcances del Metaverso en los diferentes subsectores de la industria de viajes.
Tecnologías del metaverso: el blockchain
Falta, por supuesto, el asunto del dinero y los medios de pago, uno de los pilares más desarrollados, pero más desafiantes del naciente metaverso. Hablamos del blockchain, un estándar de tecnología creado en 2008 y sobre el que se construyeron, posteriormente, redes de criptomonedas como Bitcoin, Etherium, entre muchas otras más.
Esta tecnología, que permite transferir datos de forma segura gracias a una codificación inalterable, dio vida posteriormente a los NFT o tokens no fungibles. A diferencia de las criptomonedas, los NFT (Non-Fungible Token) no se pueden dividir en unidades más pequeñas, pero sí se pueden intercambiar entre sí; al igual que una obra de arte o el simpático gift de un gato, su atributo principal es la singularidad.
“Son contratos inteligentes que tienen unos metadatos a los que se les asocian cosas, que pueden ser virtuales o reales”, explica Romero, quien no duda en calificar como una burbuja lo que está sucediendo con las criptomonedas y los NFT.
¿Qué pasa en el sector turismo con las criptomonedas y los NFT? Muchas cosas, pero la mayoría incipientes para transformar la industria. Según trascendió en medios de comunicación, Expedia tiene hoy más de 700 000 hoteles disponibles para reservar a través de Bitcoin, mientras que Vueling ha anunciado planes para aceptar pagos de tiquetes aéreos con criptomoneda a partir de este año, solo por mencionar dos marcas conocidas.
La realidad, sin embargo, es que la industria de viajes está aún bastante lejos de que esta opción de pago se convierta en extendida. Las complicaciones parecen ser mayores que las oportunidades: el cobro de fees por parte de las plataformas de criptomonedas, las complicaciones contables y la volatilidad de las criptodivisas se convierten en barreras que desestimulan el crecimiento de este medio de pago.
Los NFT, por su parte, se revelan como una oportunidad de las grandes marcas de sentar presencia en el metaverso. Un caso emblemático es el de Marriott Bonvoy, que en 2021 se sumó a la tendencia del arte digital hecho Token y lanzó tres NFT en la reconocida feria de arte Art Basel Miami Beach. Las piezas únicas fueron subastadas con criptomonedas y ahora mismo reposan en la billetera digital de algún comprador que le apostó, probablemente, a su futura valorización.
Lo propio hizo este año Norwegian Cruise Line (NCL), con el lanzamiento dos colecciones de NFT relativas a la inauguración del barco Norwegian Prima ¿Cuál era la idea?, “que los usuarios puedan interactuar con nuestra marca de maneras nuevas y emocionantes”, según explicó la compañía de cruceros. NCL subastó la primera pieza de arte digital por un valor inicial de 2500 dólares y premió al ganador con un viaje inaugural en el espectacular nuevo barco. Los NFT se revelan así como un elemento prometedor para los programas de lealtad y una singular manifestación de la propiedad privada.
Pero, aun en estos tempranos días del metaverso, los NFT no se limitan a curiosidades digitales cuyo valor podría aumentar o disminuir. Su carácter indivisible e inalterable pueden convertirlos en potenciales tiquetes aéreos o estadías de hotel que pueden transferirse entre personas, como de hecho lo han puesto en práctica, en el primer caso, de manera experimental, aerolíneas como Air Europa y FlyBondi de la mano de la plataforma TravelX.
“Los NFTickets están minteados en la blockchain de Algorand, lo que proporciona seguridad, autenticidad y trazabilidad. Asimismo, estos son negociables, transferibles y cancelables, brindando a los viajeros un mundo completamente nuevo de propiedad, flexibilidad y libertad”, afirmó el CEO de TravelX, Juan Pablo Lafosse. El empresario aseguró que muy pronto los llamados NFTickets serán estándar de la industria.
El metaverso ahora
Hoy, mientras se construye un gemelo digital del estadio de futbol del Manchester City —una innovación que podría empezar a redefinir el consumo de los espectáculos deportivos— y Seúl, capital de Corea del Sur, avanza en el colosal proyecto de trasladarse por completo al metaverso, las pequeñas y medianas empresas se preguntan cómo pueden ingresar en el juego.
Romero reconoce que en este punto hay un debate que dar: “Es una conversación de sector que hay que dar; ver cómo vamos a hacer este viaje entre todos, porque se nos vienen dos décadas de una montaña rusa de tecnología, innovación y de cambiar la forma de ver las cosas y entender al usuario”. La recomendación, por ahora, es entender los diferentes pilares que sostienen en metaverso y analizar de qué modo esta tecnología puede solucionar un problema real de una organización ¡El futuro es ahora!