Tanto en Italia como en Estados Unidos se busca regular estos alquileres con el fin de garantizar la asequibilidad de la vivienda y preservar la identidad cultural y social de las comunidades.
Las ciudades globales enfrentan el desafío de equilibrar el turismo con la vida local. En New York, Estados Unidos, y Florencia, Italia, Airbnb y los alquileres de corta duración han provocado reacciones opuestas, marcadas por legislaciones en constante ajuste. Mientras New York evalúa flexibilizar su Ley Local 18, Florencia redobla esfuerzos para proteger su centro histórico del impacto del sobreturismo.
La Ley Local 18, implementada en septiembre de 2023, prácticamente eliminó los alquileres de corta duración en New York. En menos de un año, la oferta publicada en Airbnb y otras plataformas pasó de 22.246 en agosto de 2023 a 4000 en mayo de 2024. La legislación erradicó un 82 % de las publicaciones.
Esta medida prohibió el alquiler de viviendas completas por menos de 30 días, permitiendo solo modalidades como bed and breakfast. Sin embargo, esta legislación no logró aliviar la crisis inmobiliaria, ya que los alquileres residenciales aumentaron un 3,4 % y las tarifas hoteleras un 7,4 % en menos de un año.
Ante este panorama, el ayuntamiento está evaluando el proyecto de Ley 1107, que permitiría a los dueños de viviendas unifamiliares y bifamiliares alquilar sus propiedades.
Aunque la ley aún no ha sido aprobada, el debate continúa, ya que las políticas urbanas deben abordar problemas estructurales como la asequibilidad de la vivienda. Además, esta normativa podría afectar negativamente a sectores como el hotelero.
Florencia: un frente común contra el sobreturismo
En Florencia, el auge de los alquileres de corta duración ha encarecido la vivienda en un 700 % desde 2019 en su centro histórico, un área protegida por la UNESCO. Según el concejal Jacopo Vicini, esta tendencia desplaza a los residentes permanentes, afectando la sostenibilidad del comercio local y alterando el tejido social. En respuesta, la ciudad implementa un plan integral de 10 puntos que incluye mayores regulaciones a plataformas digitales y una carga fiscal incrementada para dueños de múltiples propiedades.
Además, Florencia busca equilibrar el turismo con medidas innovadoras, como la colaboración con agencias de viajes para redistribuir visitantes y la restricción de actividades que afectan la convivencia. El objetivo es desconcentrar el flujo turístico de los cinco kilómetros cuadrados del centro histórico, donde se concentra el 95 % de las visitas, y fomentar un turismo más distribuido y sostenible.
Tanto New York como Florencia se enfrentan al desafío de gestionar el impacto de los alquileres de corta duración sin comprometer la esencia de sus ciudades. Mientras una evalúa flexibilizar sus restricciones para reactivar la oferta y aliviar presiones económicas, la otra endurece sus políticas para salvaguardar su identidad cultural y social.