Enoencuentros con Montenegro Travel

Con el enfoque puesto en los vinos argentinos y guiados por la experiencia de Gabriel Ros, enólogo con una sólida trayectoria, los asistentes al evento “Mendoza en la palma de tu mano”, vivieron una experiencia única en donde descubrieron la riqueza vitivinícola de esta reconocida región argentina.

Montenegro Travel presentó “Mendoza en la palma de tu mano”, un enriquecedor enoencuentro virtual que permitió a los amantes del vino argentino descubrir algunas de las etiquetas más icónicas de la región. Durante la sesión, los asistentes exploraron aspectos fundamentales del enoturismo, conocieron las tendencias actuales del sector y profundizaron en cómo las bodegas logran equilibrar la tradición con la innovación tecnológica en sus procesos de producción, entre otros temas clave.

Este espacio fue liderado por Gabriel Ros, enólogo con una destacada trayectoria en bodegas de mediana y gran escala, tanto en Argentina como en el exterior. Ha trabajado en reconocidas casas como Carneros Vintners y Acacia Vineyards (Grupo Diageo) en California, así como en Chateau Camou (México). A lo largo de su carrera, se ha desempeñado en las áreas de enología y producción, con un enfoque en el seguimiento técnico y de calidad en la elaboración de vinos y espumantes. Desde hace dos años, ocupa el cargo de segundo enólogo y mano derecha de Roberto de la Mota en la prestigiosa Bodega Mendel.

El encuentro fue presentado por Claudia María Jiménez García y moderado por Alexandre de Bilderling, sommelier y comunicador especializado en vinos, destilados y coctelería. Asimismo, contó con la participación de Elena Drannikow, responsable de Turismo y Hospitalidad en Viñedos y Bodega Mendel.

¿Qué es lo que hace auténticos a los vinos mendocinos?

La altitud en Mendoza juega un papel clave en la calidad de sus vinos. A medida que se asciende desde los 750 m en la ciudad hasta más de 1100 m en zonas cercanas, la mayor cercanía al sol genera una intensa irradiación solar que influye directamente en las plantas. Esta exposición hace que las vides desarrollen pieles más gruesas y ricas en polifenoles —como antocianos y taninos— para proteger sus semillas, lo que se traduce en vinos con más color y estructura, explicó Ros.

Además, la amplitud térmica, con días soleados y noches frías, favorece una maduración equilibrada, permitiendo a la planta sintetizar compuestos de calidad. En conjunto, estos factores hacen de la altitud un elemento determinante en la excelencia de los vinos mendocinos, incluyendo uno de los más icónicos: Malbec.

Existen seis viñedos que abarcan un total de 200 hectáreas, lo que permite cultivar una amplia diversidad de vinos. Gracias a las diferencias de clima y terruño entre cada uno de estos viñedos, algunas cepas que no se dan en una zona pueden desarrollarse plenamente en otra, explicó Drannikow. Esta diversidad no solo enriquece el portafolio de vinos, sino que también permite adaptarse a distintos perfiles de consumidores, ofreciendo una propuesta más amplia y versátil.

¿Cómo mantener el equilibrio entre la tradición y las nuevas tecnologías?

En la actualidad, hay diferentes tendencias en torno al vino, de acuerdo con Ros “en el pasado, las cosechas tendían a buscar mayor madurez y niveles más altos de alcohol, pero hoy la tendencia se orienta hacia perfiles más frescos, donde la fruta sea protagonista”.

En la elaboración de vinos en Mendoza, tradición y tecnología conviven de manera complementaria. Muchas de las prácticas actuales tienen raíces empíricas, heredadas de generaciones anteriores, como el uso de barricas de roble, que originalmente se utilizaban para transportar vino y, con el tiempo, demostraron aportar cualidades valiosas durante el proceso del vino. Hoy, ese conocimiento se perfecciona gracias a los avances tecnológicos, que permiten, por ejemplo, medir con precisión el oxígeno que atraviesa la madera y controlar así el proceso de maduración del vino con mayor exactitud.

Al mismo tiempo, la tecnología ha sido clave para adaptarse a las condiciones extremas del entorno. Mendoza recibe apenas 200 mm de lluvia al año, mientras que la vid necesita alrededor de 700 mm durante su ciclo, lo que obliga a implementar sistemas de riego eficientes. Actualmente, se emplean herramientas que miden la humedad en las hojas con alta precisión y permiten prácticas como el riego por lotes. Además, se incorporan tecnologías en la fermentación y en la selección de racimos, sin perder el enfoque artesanal en etapas clave como el despalillado. Esta combinación de tradición enológica y herramientas modernas garantiza vinos de alta calidad.

Cabe destacar que Montenegro Travel anunció un próximo encuentro en torno al vino para el 15 de agosto.

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