Aunque la producción de Combustible de Aviación Sostenible (SAF) en 2024 dobló los niveles de 2023, este crecimiento resulta insuficiente de cara a las metas de descarbonización de la industria aérea.
Durante 2024, el volumen de producción de SAF alcanzó un millón de toneladas (1300 millones de litros), el doble de los 0,5 millones de toneladas (600 millones de litros) producidos en 2023. Sin embargo, a pesar de este crecimiento, el SAF representó apenas el 0,3 % de la producción mundial de combustible de aviación y el 11 % del combustible renovable en el mundo.
Estos valores están muy por debajo de las proyecciones anteriores para el 2024, que estimaban la producción de SAF en 1,5 millones de toneladas (1,9 mil millones de litros) ¿Qué sucedió? Según explica IATA, las instalaciones más importantes de producción de SAF en EE.UU. retrasaron la producción hasta la primera mitad de este año.
Parte del problema, explica la Asociación, son las expectativas elevadas de los inversores, que antes de ponerle al acelerador a fondo a la producción de SAF parecen esperar “dinero fácil” de sus proyectos. Al respecto, Willie Walsh, director ejecutivo de IATA, afirmó que “las expectativas de rentabilidad para los inversores de SAF deben ser lentas y constantes, no rápidas y furiosas” y acusó a los gobiernos de estar “enviando señales contradictorias a las compañías petroleras”.
“Los gobiernos pueden acelerar el progreso eliminando los subsidios a la producción de combustibles fósiles y reemplazándolos con incentivos estratégicos a la producción y políticas claras que respalden un futuro construido sobre energías renovables, incluido el SAF”, dijo Walsh, quien también envió un mensaje a los productores: “No se equivoquen. Las aerolíneas están ansiosas por comprar SAF y los inversores y las empresas que apuntan a la descarbonización a largo plazo pueden ganar dinero”.
¿Qué se necesita para avanzar en SAF?
Para alcanzar cero emisiones netas de CO2 para 2050, se necesitarán entre 3.000 y más de 6.500 nuevas plantas de combustibles renovables, según detalla el análisis de la IATA; plantes que también servirán a las demandas de combustible de otras industrias.
El gasto de capital promedio anual necesario para construir las nuevas instalaciones durante el período de 30 años es de aproximadamente 128 mil millones de dólares por año, en el mejor de los casos. Un dato es clave para IATA: esta cantidad es bastante menor que la suma total estimada de inversiones en los mercados de energía solar y eólica, a saber, 280 mil millones de dólares por año entre 2004 y 2022.
“Los gobiernos deben ofrecer rápidamente incentivos políticos concretos para acelerar rápidamente la producción de energía renovable. Ya existe un modelo a seguir con la transición a la energía eólica y solar. La buena noticia es que la transición energética, que incluye SAF, necesitará menos de la mitad de las inversiones anuales que requiere la producción eólica y solar. Y una buena parte de la financiación necesaria podría lograrse redirigiendo una parte de los subsidios retrógrados que los gobiernos otorgan a la industria de los combustibles fósiles”, dijo Walsh.
En Colombia, de hecho, Ecopetrol puso en marcha el año pasado la primera prueba de producción de SAF a escala industrial; un proyecto que espera estar funcional y sostenible en 2028.
