El DANE reveló la semana pasada los resultados de la Cuenta Satélite de Turismo (CST) con resultados disimiles y, en algunos casos, contradictorios frente a lo que la misma entidad ha venido revelando en otras mediciones.
El primer dato que llama la atención es el del turismo internacional, cuya denominación técnica en la CST es “Turismo receptor”. Según la publicación, en 2024 los flujos de turistas presentaron un crecimiento de 13,8 % al pasar de 3,9 millones de personas en 2023 a 4,4 millones de personas en 2024. En 2023, por su parte, el flujo de turistas presentó un crecimiento de 21,2 % comparado con 2022.
Resultados positivos, pero alejados de los 6,7 millones de visitantes no residentes en 2024 que ha destacado el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo (MinCIT) ¿Qué sucede? Aunque la CST no lo específica claramente, los 4,4 millones de turistas se refieren solamente a los ciudadanos extranjeros que ingresan al país, no a los colombianos residentes en el exterior. La cifra coincide casi exactamente con los datos de ciudadanos extranjeros no residentes del MinCIT.

El segundo dato que llama la atención —y que en nada coincide con la Encuesta de Gasto Interno en Turismo (EGIT) del mismo DANE— son los resultados del turismo interno. Según la CST, no existe tal reducción del turismo interno en Colombia como señala EGIT: en 2023 se generaron 47,4 millones de viajes internos, mientras que en 2024 los viajes internos fueron 54,8 millones (+15,4 %).
De acuerdo a estos datos, el gasto del turismo interno en Colombia alcanzó un valor de 17,6 billones de pesos en 2024, lo que representó un crecimiento de 2 % respecto a 2023. Los principales rubros de gasto fueron: Alimentos y bebidas (6,3 billones de pesos), Servicios de alojamiento para visitantes (2,3 billones de pesos), Transporte de pasajeros por carretera (2,2 billones de pesos) y Transporte aéreo de pasajeros (1,8 billones).

¡También crece el gasto del turismo receptor! Es decir, el gasto que hacen los turistas extranjeros en Colombia. Ese fue el foco de la comunicación divulgada por Anato esta semana: el gasto del turismo receptor pasó de 46,5 billones de pesos en 2023 a 49,2 billones de pesos en 2024 (+5,6 %).
¿Qué impulsó este gasto? Principalmente, la compra de servicios de provisión de alimentos y bebidas (12,9 billones de pesos) seguido de los servicios de transporte aéreo de pasajeros (10,9 billones de pesos) y los servicios de alojamiento para visitantes (7,7 billones de pesos).
Ante estos resultados positivos de flujo de turistas y crecimiento del gasto turístico, la pregunta que surge es ¿por qué cae la participación del turismo en el PIB? Según la CST, en 2023 la participación del turismo en el PIB fue 2,23 %, mientras que en 2024 fue 2,16 %.

Así ocurre, efectivamente, según los datos históricos del DANE. Cómo se ve en el gráfico, el PIB turístico alcanzó su punto más alto en 2019 con 2,64 % del total de la economía y desde ese año no ha podido volver a recuperarse, a pesar de las voluminosas y nuevas cifras de turismo interno, quien bien valdría la pena analizar con más atención.
Otros dato clave en el CST es la población ocupada en actividades turísticas, que en 2024 llegó a 899.204 personas. Por actividad económica, los servicios de alojamiento y servicios de comida y bebidas registraron el mayor número de ocupados con 539.324 personas, seguido por los servicios culturales, deportivos y recreativos con 176.667 ocupados y el transporte de pasajeros con 108.226 ocupados.
Cabe señalar, finalmente, el casi nulo crecimiento en empleo de las agencias de viajes en 2024 (+0,07), que contrasta con el crecimiento de 7,2 % del alojamiento y 4,5 % del transporte terrestre. Según el abálisis de Cotelco, por cada millón de pesos gastados en alojamiento turístico se estarían generando casi 13 empleos, entre directos e indirectos.

Una respuesta
Prima la subjetividad y refleja realidades, ya que la rigurosidad y veracidad de las fuentes que proveen información, así como los medios y métodos de recolección de datos no abarcan la totalidad de territorios y población vinculada a actividades de turismo; cada vez más amenazado por la informalidad y modelos de negocio ocultos, , que maquillan la prestación de servicios que finalmente no se declaran, pero que se promocionan y sí atraen, como: El alquiler de viviendas para servicios de alojamiento por plataformas y redes sociales, el transporte en vehículos particulares, y la guianza en los llamados “free-tours”, por nombrar algunos. (sin contemplar el turismo ilícito que trae viajeros que ingresan y salen por fronteras y aeropuertos, dejando millones a las mafias, muertos a los destinos, adictos y dramas a las familias). Así las cosas, el papel de actores de la cadena de valor del turismo como las agencias de viaje, de no profesionalizarse, ser una actividad valorada y protegida por sus aportes económicos y sociales, de no organizarse y reinventarse, tiende a la extinción, al caos de sálvese quien pueda o en su defecto, a la concentración de poder y riqueza en un mercado oligopólico, en donde pierden muchos y ganan pocos.