Cuando el sol se oculta, Lima revela una faceta poco conocida entre los extranjeros: una mezcla de bares innovadores, gastronomía reconocida y paisajes encantadores, sumado a un ambiente seguro, que enriquecen cualquier tipo de viaje en el destino.
Aunque menos conocida, la faceta nocturna de Lima se revela como una de sus más seductoras. Los distritos de Miraflores, Barranco y San Isidro, epicentros de la vida nocturna, se convierten en escenarios perfectos para explorar una oferta diversa y sofisticada. Asimismo, los rooftops con vistas panorámicas, bares de autor, terrazas con vistas al Pacífico y rincones bohemios se combinan para revelar el lado más encantador de la ciudad.
En particular, la escena de bares y coctelería ha alcanzado reconocimiento global gracias a propuestas innovadoras que fusionan tradición y vanguardia. Un ejemplo de ello es Lady Bee, ubicado en el bohemio distrito de Barranco, que ha sido reconocido en el puesto 16 del ranking “The World’s 50 Best Bars 2024” al sorprender con cócteles creativos que combinan productos nativos, técnicas modernas y una fina presentación.
Otro referente es Carnaval, en el puesto 69 de esta lista, un espacio en San Isidro donde diseño y coctelería se encuentran. Incluso una de sus propuestas es viajar por diversas regiones del Perú a través de cocteles preparados con insumos locales y presentaciones originales.
Asimismo, la lista Summum 2024 reconoce a los mejores restobares y lounges de la ciudad. Sastrería Martínez, en Miraflores, y Bottega Dasso, en San Isidro, surgen como propuestas disruptivas en sabor y ambiente. Y en materia de rooftops, destacan Ambra, Atmósfera, 27 Tapas y Celeste, que combinan tragos exquisitos con increíbles vistas panorámicas de la ciudad.
Además de conocer estos bares, la noche limeña invita a recorrerla a pie. El Malecón de Miraflores, con su vista al océano Pacífico, y el Parque del Amor, adornado con mosaicos y esculturas, son ideales para un paseo romántico y tranquilo. Por su parte, el Parque Kennedy, siempre animado, ofrece un contacto cercano con la vida local y sus habitantes felinos; mientras que Larcomar, el centro comercial enclavado en los acantilados, combina compras, gastronomía y entretenimiento con el sonido del mar de fondo.
En Barranco, el Puente de los Suspiros y sus alrededores adquieren un aire mágico al caer la noche. Con luces tenues y música que flota en el aire, invita a perderse en sus calles empedradas llenas de bohemia. En tanto, San Isidro ofrece la tranquilidad que da un distrito residencial e invita a dar un paseo nocturno por sus calles y el encantador parque El Olivar.
