Una variación positiva de más de cuatro puntos porcentuales (p.p.), en promedio durante todo el 2022 frente al 2019, marcó el buen comportamiento de la ocupación hotelera en Colombia, según reveló esta semana el gremio hotelero.
En promedio, el indicador de referencia para la industria hotelera cerró el año en 61,38%, lo que significó la mejor tasa de ocupación hotelera en siete años; sin duda, números muy positivos para un sector acostumbrado a cerrar con una ocupación entre el 55% y 56% en los años de la prepandemia.
La tarifa hotelera real, por su parte, tuvo un aumento de solo 1,1% frente a 2019. Según Cotelco, esto refleja la alta competitividad del subsector hotelero, ya que mantuvo los precios similares a lo largo del trienio (2020, 2021 y 2022) a pesar de las marcadas alzas de ítems como la alimentación y servicios públicos, que tienen afectación directa en su operación.
A nivel de destinos, Cartagena, San Andrés, Antioquia y Bogotá alcanzaron el mayor porcentaje de ocupación, con un indicador superior al 64%, superando en casi todos los casos a la ocupación de 2019. También se observó un crecimiento mayor a 10 p.p. respecto a 2019 en regiones como Casanare, Tolima, Alto Magdalena y el Eje Cafetero. En el caso de San Andrés se presentó una leve disminución de la ocupación sobre la que no se entregan detalles.
Diciembre ¿el punto de quiebre?
En cuando a diciembre pasado, aunque no fue inferior a la tendencia de recuperación económica del sector turístico aumentando 4,13 p.p. frente a 2019, sí cerró con un 59,58% ocupación. Esto evidencia una disminución frente a todo el segundo semestre, un periodo en el que el indicador no bajó del 60%.
Para Cotelco, los números de diciembre pueden ser un indicio de desaceleración del sector a raíz de factores macroeconómicos como el aumento de precios al consumidor y la expectativa de los nuevos impuestos. Estas situaciones pueden afectar la decisión de realizar turismo durante el año 2023.
De hecho, los pronósticos del gremio no son muy optimistas para este año: se espera una disminución aproximada de 2,2 p.p. en el primer cuatrimestre frente al mismo periodo de 2022. La caída, sin embargo, podría ser mayor debido al regreso del IVA del 19% a los tiquetes aéreos y alojamientos. Los meses de marzo y abril —este último correspondiente a la Semana Santa— tendría ocupaciones inferiores al 2022, según proyecta el gremio.
La macroeconomía no ayuda
Para entender qué puede pasar en 2023, según explicaron desde el gremio, se debe observar el crecimiento del PIB, que se estima aumente entre 1,7% y 2,2%. Este bajo crecimiento se traduciría en la disminución del consumo, no solamente de productos básicos de la canasta familiar sino también en servicios de ocio y entretenimiento como el turismo.
Asimismo, según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la proyección de desempleo para 2023 es del 11%, un cálculo que puede llegar a aumentar como consecuencia del bajo crecimiento del PIB, con la consecuente afectación del consumo de actividades de descanso y una mayor tendencia al ahorro motivada por los escenarios de incertidumbre.
Otro factor a tener en cuenta es la tasa de intervención del Banco de la República, que se proyecta por encima de los 10 puntos durante el 2023 ¿Qué significa? Para el gremio hotelero esto hará que la solicitud de créditos, tanto de inversión como de consumo, disminuya durante el año y afecte, en consecuencia, las vacaciones que planean durante el año, en la mayoría de los casos, familias de mediano y bajos ingresos.
El gremio cierra sus proyecciones ratificando lo que los indicadores macroeconómicos señalan: un desestimulo al consumo a raíz la inflación con que cerró el país —la más alta en los últimos 20 años—; y la baja generación de empleo en el sector durante el 2023.